En el año 1967 Martin Seligman, un psicólogo conductual, realizo una batería de experimentos sádicos en los que básicamente, electrocutaba a perros indefensos. Algunos de los perros, podían evitar las descargas pulsando palancas o moviéndose en la estancia donde estaban enjaulados, otros no.

Al cabo de un tiempo, Martin Seligman, descubrió que los perros que habían sido entrenados en evitar las descargas se volvían hábiles y aprendían rápido a hacerlo, pero aquellos perros que habían sido sometidos de manera regular a un infortunio del que no podían escapar, terminaban por aceptar su destino en un modo pasivo. Lo único que hacían cunado una lucecita anunciaba su próxima descarga era hacerse un ovillo y echarse a llorar.

A este fenómeno lo llamo Indefensión Aprendida, es algo que el ser humano conoce de tiempos inmemoriales y le ha permitido amaestrar a todo tipo de animales.

Los entrenadores saben que hay un punto en el que el animal deja de resistirse, por muy fiero que sea, algo se rompe en su interior y lo que era una fiera indómita se convierte en una dócil marioneta a su merced.

La indefensión aprendida a servido también para dominar imperios y hacer de las personas, títeres que no se rebelan ante situaciones opresivas o injustas.

Si alguien, desde muy niño, le enseñas que la realidad consiste en una habitación donde todo azul, el niño será incapaz de imaginar algo mas allá de la habitación azul y habrá aprendido su Indefensión sin apenas esfuerzo o resistencia, incluso encontrará la felicidad en ello.

Soy un refugiado fiscal, en mi lugar de origen, era sometido a una persecución despiadada, que llegó a un punto que me pareció intolerable. A usted esto puede parecerle una tontería y pensar que lo que vive es normal y no se puede hacer nada contra ello ( sigue esperando su descarga). Le han enseñado desde muy pequeño que hay que pagar la Sanidad, las Educación y las Carreteras. Incluso es capaz de llevar una vida normal con sus alegrías y sus tristezas.

La gente pone el nivel de lo que esta dispuesta a tolerar, básicamente donde le han enseñado o donde su umbral de tolerancia al infortunio se encuentre.

Yo me fui porque no estaba dispuesto a tolerar una carga impositiva de 56% ( creo que ya vamos por el 61%) en un lugar donde, los recaudadores son, en esencia, ladrones, corruptos, cínicos, y donde el pueblo, no solo no es capaz de rebelarse, si no que, además, pica el anzuelo y se queda en las redes sociales polarizándose, engordando más y más el sistema.

En mi caso, encontré intolerable un sistema fiscal medieval con tecnología persecutoria del siglo XXI donde además, las cosas no funcionan bien y donde lo «publico» es sinónimo de lento, farragoso, opaco e ineficiente.